20 de noviembre de 2007

De Woody Allen a Patricia Highsmith, pasando por Hitchcock

Sobre referencias y homenajes de ciertos autores hacia otros, mi torcida y elucrubradora mente ha encontrado, o concebido, una cadena de referencias y relaciones desde el cine a la literatura y de vuelta al cine.

"Extraños en un tren", la primera novela de la genial Patricia Highsmith cuenta la historia de un arquitecto, Guy Haines, que se ve envuelto en un mefistofélico plan de asesinato. Guy emprende un viaje en tren a su pueblo natal, para convencer a su ex-pareja de que le de el divorcio para poder continuar con su ascendente vida personal y profesional. En el tren conoce a un extraño personaje, Bruno Anthony, un joven cínico y hedonista, hijo de un millonario, obsesionado con planificar un crímen perfecto, y con desembarazarse de su padre, quien resulta un obstáculo para continuar con su vida licenciosa y decadente... Durante la noche, Bruno y Guy comparten la cena en un vagón privado y con unas copas de mas, mantienen una asimétrica conversación en donde Bruno tira de la lengua de nuestro arquitecto y deduce que así como su padre en su vida, la esposa de Guy se interpone en la de él. Comienza entonces a hablar de crímenes perfectos y le propone asesinar a su esposa a cambio de que él asesine a su padre. Este es el punto de partida de la genial novela de Patricia Highsmiths llevada al cine por Alfred Hitchcock ("Extraños en un tren" o "Pacto con el diablo").

Hitchcock, al adaptar la novela, cambia la profesión del protagonista de arquitecto a tenista.

Woody Allen, en su genial película "Crímenes y Pecados" (Crimes & Misdemeanors), nos cuenta la historia del Doctor Oftalmólogo Judah Rosenthal (interpretado magistralmente por Martin Landau) que ha mantenido un amorío extramatrimonial durante varios años. Ya en la cumbre de su carrera profesional y con miras a retirarse, su amante (Angelica Houston) le reclama que deje a su esposa y lo amenaza con revelar su secreto. De a poco Judah se va convenciendo de que la única solución es el asesinato.

En su reciente película "Match Point", Woody Allen retoma esa misma línea argumental en un entorno y circunstancias diversas pero con una misma esencia. Y esta vez la profesión del protagonista también cambia... de médico a tenista...

Dirán que mi relación es agarrada de los pelos, o un detalle o circunstancia sin importancia... pero, el asesinato, la disyuntiva moral y social, la clase media y la clase alta, el hombre común, la suerte, la fortuna y finalmente... "el crimen y castigo"... son elementos presentes en estas historias. Las películas de Woody Allen están llenas de homenajes, a veces más otra veces menos evidentes, como "Sombras y niebla" homenajea a la versión cinematográfica de "La ópera de los tres centavos" de Bertolt Brecht o "Misterioso asesinato en Manhattan", hacia su final, a "La dama de Shangai" (The Lady of Shangai) de Orson Welles o "La última noche de Boris Grushenko" (Love and death) se presenta casi como una sátira de "Barry Lindon" de Kubrick, aunque las dos fueron realizadas en 1975...

Lo que yo creo es que Woody Allen, que no es ningún sonzo, y es respetuoso de sus mayores, ha realizado un sutil doble homenaje en la elección de la profesión del protagonista de "Match point". Son solo guiños, cierto, pero es el cine autoreferenciándose... es el arte hablando del arte.

En el final de "Crímenes y pecados" el personaje Judah Rosenthal mantiene una charla con otro personaje que es director de cine (interpretado, claro, por el propio Woody Allen) y le cuenta su propia historia como si fuera un guión para cine, a la cual Woody Allen le objeta el final, ya que según él, para que hubiese drama, el amante asesino debiera entregarse mortificado por la culpa... a lo que Judah, le contesta:

"Ja!, usted es director de cine, claro, pero esto no es cine, es la vida real..."


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Fernando Marco Sassone / Yörik
© 2007 Fernando Sassone. / www.cinematicon.com.ar/ http://www.finisafricae.com.ar/

1 de noviembre de 2007

2001: Stanley Kubrick vs. Arthur C. Clarke


2001: Una odisea Espacial, película de Stanley Kubrick. El guión cinematográfico realizado en colaboración por Kubrick y Clarke, es anterior a la novela de Clarke.
Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, dos maneras de contar... algo distinto.


En 1968, Arthur C. Clarke, escribía en la introducción de su novela "2001. Una odisea espacial" que por cada hombre viviente, la humanidad contaba con 30 hombres muertos. Más de cien mil millones de seres humanos han transitado por este planeta y desaparecido. Muy pronto todos nosotros pasaremos a engrosar ese ejército de seres no vivos... Tal vez por eso nos esforcemos tanto por trascender de algún o cualquier modo, con nuestros hijos o nuestras obras, dejar un legado, algo de nosotros. Pero nadie nos puede develar qué nos depara el polvo en el que nos convertiremos. Dicen ciertos biólogos, genetistas, que el deseo de trascender es un instinto, un mandato genético, un reflejo que garantiza la continuidad de la especie. Los científicos siempre se las ingenian para desalentar la mística o la metafísica de nuestros actos o pensamientos. Pero si nos atenemos a las leyes físicas y astrofísicas, la extinción de la especie y el final de todo, son un hecho inevitable. Este mundo alguna vez desaparecerá. Cuando el sol se apague, la tierra será un planeta muerto. Pero para entonces ya habremos desaparecido hace tiempo. Mucho antes de enfriarse, el sol sufrirá algunas transformaciones que provocarán el sobrecalentamiento de la Tierra y los planetas interiores, haciendo imposible la vida humana.
Nos reconocemos finitos como individuos, pero tendemos a concebirnos eternos como especie. A pesar de las alarmas ambientales que vaticinan las más variadas catástrofes, no solemos aceptar un final para la humanidad. Estar destinados a la extinción es un pensamiento extraño, inconcebible, inaceptable. Puede que ese fatídico destino esté demasiado lejos como para preocuparnos, pero el final individual está a penas a unos cuantos años de distancia, días u horas para algunos. Ante el hecho de dejar de existir experimentamos temor o incertidumbre, pero si reflexionamos lo suficiente sobre ello, puede que un nuevo sentimiento se apodere de nosotros: la curiosidad. ¿Tendrá el hombre la capacidad de trascender a su existencia física?
Ese es el tema de la novela "2001: Una odisea espacial". No se habla de Dios, sí de "dioses", no se habla de alma, sí de ciencia y evolución. Un relato largo y lineal que comienza en la prehistoria con el inicio de la vida del hombre como especie, y concluye con su "destino final" en el cosmos. Pero en medio de esto solo hay sucesos no más interesantes que anecdóticos. Aunque también engañosos: En el contexto del viaje interplanetario, en un momento para nada especial de la narración, el protagonista plantea una tesis de cómo el hombre podría lograr la eternidad. Es una desapasionada y despreocupada reflexión del protagonista en una de las tantas descripciones y explicaciones que tiene el libro. La idea no se presenta con magistral prosa, ni es producto de la magia de una narración fantástica, tampoco es el resultado de una serie concluyente o consecuente de acciones ni pareciera ser una idea central en la narración, pero al llegar al final de la obra nos encontramos con que esta tesis se convierte en una realidad. Un final ingenuamente (por no decir "estúpidamente") anticipado por el mismo autor. Nunca había leído en una novela una gratuita anticipación del final. Reconozco que el tema es interesante y que hay originalidad en el planteo de este destino final del hombre, pero resulta realmente decepcionante la forma en como ha sido planteado.
El último capitulo, de solo media página de extensión, no es de recomendable lectura. Semejante a un epílogo, intenta seguir echando luz sobre un tema de por sí oscuro, llevando la narración a un punto tan explícito y anecdótico que a mi entender perjudica gravemente a la historia. Pero podemos perdonar este último error y el infantilismo de su redacción, porque de una manera especial, la novela complementa a la película a modo de contrapunto. Afortunadamente, Kubrick, evitó todo tipo de explicitación limitándose a poner imágenes, música y sonido a una maravillosa crónica cósmica, evitando dar respuestas y conclusiones y ofreciendo un final que permite más de una interpretación.
La lectura de la novela no ha sido reveladora, no ha encendido ese fuego interior que aviva la literatura con mayúsculas, pero su lectura ya se justifica con la visión previa de la genial película, que sí logra encender nuestras fibras metafísicas, motivándonos a reflexionar sobre lo que la novela evade: reconocer el misterio de nuestro destino final.
Tal vez y justamente porque la novela fue posterior a la película, Arthur C. Clarke intento con ella mitigar su propio desconcierto ante los misterios que Kubrick prefirió librar a nuestra imaginación.


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Fernando Marco Sassone
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Ficha TécnicaTítulo 2001: A Space Odyssey
Año 1968 / Duración: 139 min. / País: Inglaterra - EEUU
Director: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick & Arthur C. Clarke (la novela de Arthur C. Clarke es posterios al guión)
Fotografía: Geoffrey Unsworth
Productora: MGM
Música: Richard Strauss, Johann Strauss, Gÿorgy Ligeti, Aram Kachaturian.
Reparto: Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester, Daniel Richter, Douglas Rain (HAL 9000 voice), Laonard Rossiter, Margaret Tyzack, Robert Beatty, Sean Sullivan, Frank Miller, Penny Brahms, Alan Gilfford, Vivian Kubrick


El relato (¿crónica?) comienza en la prehistoria, con una manada de monos que será tocada por "los dioses"

En el otro extremo de la historia, en la era espacial, durante un viaje interplanetario, el hombre, un hombre, encontrará tal el destino final de la especie.
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Fernando Marco Sassone
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Escritos sobre cine, fotografía y literatura. Fernando Marco Sassone / Yörik. © 2007 Fernando Sassone. - http://www.cinematicon.com.ar

He entrado entre los vivientes como se entraría en el sueño de un loco: la mayoría de los que me toman por un sueño despierto duermen profundamente, eso es evidente; en cuanto a los otros, comprenden mi delirio

Karl Friedrich Veldt.