¿Porqué “Viridiana”, de Luís Buñuel, es una obra de arte?
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Viridiana, de Luís Buñuel, es una obra de arte. Su abordaje conceptual no aspira a ser realista ni naturalista, pero logra transmitirnos la impactante crudeza de la realidad.
Sus personajes logran nuestra empatía sin necesidad de recurrir a la identificación, a estereotipos, a modelos morales, sociales o de belleza, evadiendo los lugares comunes disponibles.
Cada uno de los personajes nos resulta extraño, bizarro, y nuestra primera reacción es tomar distancia. Desde la primera escena, tomamos distancia de la protagonista y luego de los sucesivos personajes que se presentan, mientras internamente comenzamos a comprenderlos y hasta a justificarlos.
La trama avanza en un continuo increscendo, en donde casi nada es previsible aunque vislumbramos un posible desenlace, y sin embargo, llegado el final, Buñuel vuelve a negarse al lugar común, a la sorpresa, al final literario, a las fórmulas de género, y nos deja con la boca abierta, con una situación en la que nos enfrenta a nuestra propias miserias y prejuicios.
No es un final abierto, sino el propio Buñuel interrogándonos, pidiendo nuestra opinión, mientras en nuestra cabeza repiquetea una de las últimas frases de Jorge a Viridiana: “De noche, todos los gatos son pardos”
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Fernando M. Sassone
(PQR)
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Viridiana, de Luís Buñuel, es una obra de arte. Su abordaje conceptual no aspira a ser realista ni naturalista, pero logra transmitirnos la impactante crudeza de la realidad.
Sus personajes logran nuestra empatía sin necesidad de recurrir a la identificación, a estereotipos, a modelos morales, sociales o de belleza, evadiendo los lugares comunes disponibles.
Cada uno de los personajes nos resulta extraño, bizarro, y nuestra primera reacción es tomar distancia. Desde la primera escena, tomamos distancia de la protagonista y luego de los sucesivos personajes que se presentan, mientras internamente comenzamos a comprenderlos y hasta a justificarlos.
La trama avanza en un continuo increscendo, en donde casi nada es previsible aunque vislumbramos un posible desenlace, y sin embargo, llegado el final, Buñuel vuelve a negarse al lugar común, a la sorpresa, al final literario, a las fórmulas de género, y nos deja con la boca abierta, con una situación en la que nos enfrenta a nuestra propias miserias y prejuicios.
No es un final abierto, sino el propio Buñuel interrogándonos, pidiendo nuestra opinión, mientras en nuestra cabeza repiquetea una de las últimas frases de Jorge a Viridiana: “De noche, todos los gatos son pardos”
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Fernando M. Sassone
(PQR)